El panorama de la industria aeronáutica mundial dio un giro inesperado en los últimos días. Boeing anunció una mejora en sus previsiones financieras y logró un repunte en bolsa, aprovechando la crisis que atraviesa su competidor europeo Airbus, afectado por problemas técnicos y retrasos en la entrega de aviones.

Según reportes de Business Insider y El Tiempo, Airbus confirmó un problema de calidad en los fuselajes de la familia A320, que podría impactar hasta 628 aeronaves en fabricación. La compañía se vio obligada a reducir su objetivo de entregas para 2025 de 820 a 790 aviones, lo que generó preocupación entre clientes y accionistas.

La situación se agravó tras una actualización masiva de software de control de vuelo, necesaria para corregir una vulnerabilidad detectada en miles de aeronaves. Estos inconvenientes han provocado retrasos en la cadena de suministro y debilitado la confianza en el fabricante europeo.

En contraste, Boeing aprovechó el momento para anunciar que espera un regreso a la rentabilidad y un flujo de caja positivo en 2026, impulsado por el aumento en entregas de aviones comerciales y la certificación prevista del 737-10 para finales de 2025. Las acciones de la compañía se dispararon en Wall Street, reflejando el optimismo de los inversionistas.

Analistas señalan que, aunque Boeing aún enfrenta retos derivados de su propia crisis de calidad con el 737 Max, la coyuntura actual le permite recuperar terreno frente a Airbus. La rivalidad entre ambos gigantes se intensifica en un mercado marcado por la alta demanda de aeronaves y la presión por cumplir con plazos de entrega.

Con este escenario, Boeing se posiciona como el gran beneficiado de la crisis de Airbus, mientras la compañía europea trabaja para resolver sus problemas técnicos y mantener sus metas financieras a largo plazo.