Reino Unido, Australia y Canadá anunciaron su decisión de reconocer formalmente al Estado de Palestina como nación independiente y soberana. Este movimiento coordina decisiones similares de otros países como Portugal, y responde a la creciente preocupación por la crisis humanitaria en Gaza y la expansión de los asentamientos israelíes.

Los líderes de esos países han enfatizado que el reconocimiento busca “revivir la esperanza de paz” mediante una solución de dos estados, lo que incluye el llamado a un cese al fuego en Gaza y la liberación de los rehenes tomados tras los eventos del 7 de octubre de 2023.

En paralelo, han puesto condiciones claras: el reconocimiento no implica aceptación de Hamas en roles de gobierno ni permisos para que tenga influencia en el nuevo Estado Palestino, compromiso de elecciones democráticas, reformas en gobernanza, educación y finanzas, así como reconocimiento del derecho de Israel a existir.

Desde Israel, la reacción fue inmediata y fuerte. El primer ministro Benjamin Netanyahu calificó la medida como un “premio al terrorismo”, insistió en que un Estado palestino “no será establecido” bajo las circunstancias actuales y advirtió que podría haber “respuestas” diplomáticas o políticas.

Aunque el reconocimiento no cambia inmediatamente la situación sobre el terreno no se modifican fronteras, ni se resuelven las disputas territoriales de forma concreta, tiene un alto valor simbólico y político: demuestra que varios países están dispuestos a distanciarse de posiciones tradicionales, presionar diplomáticamente y alterar el discurso global sobre el conflicto.