La Amazonía enfrenta una emergencia ambiental derivada del uso indiscriminado de mercurio en la minería ilegal de oro. El químico, utilizado para separar el oro de otros materiales, se ha convertido en uno de los principales contaminantes de los ríos amazónicos, afectando tanto a la fauna como a las comunidades que dependen de estos recursos para su subsistencia.

El artículo señala que el mercurio se acumula en los peces y otros organismos acuáticos, lo que provoca graves riesgos de salud para los pueblos indígenas que consumen estos alimentos de manera cotidiana. Estudios recientes han detectado niveles críticos de contaminación en varias zonas de la cuenca, lo que amenaza la seguridad alimentaria y la supervivencia cultural de comunidades en aislamiento voluntario y otras poblaciones ribereñas.

Además del impacto humano, la minería ilegal está causando una deforestación acelerada, la destrucción de hábitats y la pérdida de biodiversidad en uno de los ecosistemas más frágiles y estratégicos del planeta. Organizaciones ambientales advierten que la situación podría tener consecuencias irreversibles si no se toman medidas urgentes para frenar la expansión de estas actividades.

En paralelo, gobiernos de la región han intensificado operativos contra la minería ilegal. Colombia y Brasil, por ejemplo, destruyeron recientemente más de 14 máquinas de extracción conocidas como “superdragones”, capaces de producir hasta 6 kilos de oro al mes y generar ganancias millonarias para redes criminales. Sin embargo, los expertos insisten en que la represión no será suficiente sin alternativas económicas sostenibles para las comunidades locales.

El reportaje concluye que la crisis ambiental en la Amazonía es también una crisis social y cultural, pues amenaza directamente la vida de los pueblos indígenas y la estabilidad de los ecosistemas amazónicos.